Ayer en una sala donde la media de edad rondaba los 60 años de edad, me dispuse a ver la última película del director de Moulin Rouge, la cual sin ser su mejor trabajo, cumple lo que promete, cine de aventuras con una buena dosis de romanticismo.

Lo primero que salta la vista de esta producción es su reparto, encabezado por Hugh Jackman y Nicole Kidman, que cumplen a la perfección con sus respectivos papeles, los cuales, todo sea dicho, son el típico estereotipo de este tipo de films. El estilo del director también es muy patente en los primeros compases de la película, pero su curiosa forma de dirigir se va diluyendo a medida que avanza la historia, debido al tipo de trama, ya que no le deja mucho margen de maniobra.

No se puede negar que nos encontramos ante un producto de buena calidad, lo suficientemente entretenido como para hacer olvidar al espectador su larguisima duración, aunque eso no tapa sus defectos, que los hay y bastantes, para empezar, su guión, muy previsible y lineal, además de un uso excesivo de los efectos por ordenador y los dobles fondos, los cuales son de muy mala calidad y le quitan toda el encanto de las escenas.

En fin, las altísimas pretensiones de esta película no acaban de verse cumplidas, ya que el resultado es digno, pero nada más. Recomendable siempre y cuando se tenga en cuenta lo que se va a ver, ya que quien espere una muestra de originalidad se va a llevar la decepción de su vida.

Nota: 6/10